martes, 22 de diciembre de 2009

Universidad Pedagógica Experimental Libertador
Instituto Pedagógico de Caracas
Subprograma de Especialización en Lectura y Escritura
Curso: Fundamentos Pedagógicos de la Lectura y la Escritura
Profesora: Angélica Silva



Participante
Bolívar Jiménez, Marianny
Cohorte: 2009-III



¿Para qué enseñar a leer a y escribir?

Argumentación desarrollada


Los procesos de enseñanza y aprendizaje, la actuación docente, los modelos didácticos y la función de la escuela, son y han sido temas de reflexión inagotables realizados desde diferentes perspectivas teóricas y en diferentes momentos de la historia educativa. Se ha atacado la ineficacia de los corresponsables de la educación (e.g.,familia, medios de comunicación, sociedad en general, etc.) al percibir que la formación de los alumnos egresados de los centros de instrucción, no responde a las exigencias de la sociedad. Una de las áreas más susceptible a las críticas negativas en materia educativa ha sido la enseñanza de la lengua materna. “Los muchachos no saben hablar, no saben escribir, no les gusta la literatura y tienen unas competencias comunicativas pésimas” constituyen algunos de los menos hirientes comentarios, que a su vez arrastran a los encargados de hacer que los niños hablen bien, lean bien y les guste la literatura, es decir, a los maestros.


El panorama anterior empeora al observar la formación de los nuevos códigos que responden a los cambios tecnológicos; éste es el caso, por ejemplo, de las redes sociales (face book, Messenger, twiter, etc), éstas tienen un formato particular para establecer una comunicación que se aproxima a la inmediatez de la lengua oral y que para muchos significa atentar contra la norma escrita. Ahora bien, el problema no radica en adquirir nuevas formas, sino en hacer la transferencia de las inadecuaciones propias de estas innovaciones a las situaciones formales de escritura del contexto educativo. Esto es, porque para algunos, dichos usos ha incrementado el empobrecimiento tanto de la lengua oral como la escrita, sobre todo en las comunidades más jóvenes que no diferencian contextos de aplicación.

No obstante, los ejercicios de autorevisión por parte de los docentes investigadores no se han hecho esperar; muchos de ellos al observar las fallas en la práctica, además de analizarlas, han realizado aportes para su comprensión. Éste ha sido el caso del trabajo de los profesores Quiroga Torrealba (1987), Sánchez (1989), Campos (1987) y Fraca de Barrera 2003), entre otros. De cada uno de ellos podemos tomar referencias teórico-metodológicas para que nuestras actividades en el aula sean más productivas y consecuentemente las críticas más constructivas. Por consiguiente, en esta argumentación desarrollada me propongo, siguiendo los lineamientos de los profesores arriba citados, abordar los siguientes aspectos ¿cuáles han sido los modelos bajo los que se ha enseñado lengua materna?, ¿qué teorías han prevalecido?, ¿cómo han sido las prácticas en la escuela y cómo ha sido la actuación docente en esa materia?, ¿cuál ha sido la finalidad de enseñar a leer y a escribir? Con relación a esta última pregunta, me parece que uno de los puntos más relevantes en los programas de educación es determinar el objetivo de las actividades que se realizan dentro del salón de clases, para saber por qué y para qué enseñar a leer y escribir, ya que de esa claridad depende el éxito de los programas escolares.


Desde la teoría

Me parece que no es forzado aseverar que aprendimos a leer, a escribir y a desenvolvernos en la escuela regidos por un primer modelo didáctico cargado de recompensas y castigos de acuerdo con nuestro desempeño. Las exigencias escolares estaban diseñadas en función de habilidades concretas, dirigidas a la resolución de problemas que escasamente podían ser observados en la realidad, es decir, con la teoría conductista como patrón en el aula. De acuerdo con Salvador Mata (1997), la enseñanza bajo dicho modelo es descontextualizada, fragmentaria y con actividades independientes unas de las otras (p. 23). Circunscrito a este modelo atomista encontramos, por ejemplo, los modelos analíticos de iniciación a la lectura, los cuales proponen para aprender a leer ir desde las unidades mínimas de la lengua (el fonema, el grafema, la sílaba, etc.) hasta las unidades mayores (la palabra, la oración, el párrafo). Ciertamente se aprendía a decodificar, se creaba una conciencia fonológica o grafemática en el aprendiz y se demostraban las diferencias básicas entre hablar y escribir. Pero, en este modelo explicativo del aprendizaje y sus correspondientes aplicaciones a la iniciación de la lectura y la escritura no se profundizaba en la comprensión, ni se tomaban en cuenta los conocimientos previos del alumno en relación con el contexto al cual pertenecía, entonces ¿cuál era el objetivo de la enseñanza de la lectura y la escritura bajo estos principios del aprendizaje? Difícil pregunta de contestar tomando en cuenta que numerosas generaciones se formaron con este método traumático, para algunos, pero efectivo para otros.

Sin embargo, los procesos de pensamiento a la vanguardia, es decir, la otra cara de la moneda alejada de la posición reduccionista del aprendizaje, asume las actividades educativas desde una visión que incluye las habilidades cognitivas del educando. Estableciendo una analogía con la historia de Pinocho de Carlo Collodi (1882-1883), los alumnos dejaron de ser vistos como marionetas a las que había que convertir en niños de verdad, niños socialmente aceptables y con respuestas predeterminadas para situaciones no necesariamente reales como las frases descontextualizadas de los tradicionales libros de lectura. La concepción psicológica cognitivista del aprendizaje propicia oportunidades para que los aprendices demuestren sus procesos de pensamiento. En consecuencia, nos encontramos con educandos participativos, activos y críticos de su formación; docentes menos ortodoxos y abiertos al cambio y una escuela aparentemente enfocada a formar para la vida, entonces ¿Cuál de las dos posiciones teóricas del aprendizaje responde de manera más efectiva a las exigencias de la sociedad? No creo que deba hacerse un juicio, pues cada una ofrece bondades considerables para la actuación en el aula. Sin embargo, sí creo en el equilibrio que debe alimentar la práctica escolar, tal lo como expresara Nassif (1958) en su libro Pedagogía General.

Desde la práctica

¿Cómo aprendimos a leer? ¿Cómo aprendimos a escribir? ¿Eran significativos para nosotros los momentos de lectura en voz alta en el salón de clases? ¿Conservamos en nuestra memoria los cuentos que nos narraron alguna vez? Pienso que todas son preguntas activadoras de nuestra memoria. Quizás recordemos los silabarios, las cartillas, las canciones de ronda en el preescolar y también el pánico llegado el momento de repasar la lección ante la maestra. Para mí han pasado casi veinticinco años desde que me inicié en la lectura y la escritura y creo que no es tan arriesgado generalizar y sostener que aún hoy en día algunos niños sienten rechazo ante las ritualizadas actividades de lectura y escritura en el aula.Tradicionalmente el acercamiento a estos procesos ha sido mecanicista, sin espacio para la reflexión o el goce, para dar paso más bien al cansancio y la frustración. Los libros de iniciación a la lectura, usados desde los primeros niveles de escolaridad, dan cuenta de los desaciertos cometidos por quienes aún creen que sólo se lee en textos escolares y que únicamente se escribe en la escuela y con fines evaluativos (i.e., para ver qué se aprendió y cuanto se ha avanzado con respecto a la planificación).
Haciendo honor a la frase “la letra con sangre entra”, la escuela ha maltratado, no sólo a quienes intentan aprender y aprehender un proceso tan complejo como es leer y escribir, sino también a la lengua misma al reducirla a simples procesos de codificación y decodificación cuando sabemos que las fronteras de ésta son inalcanzables. Si la enseñanza de la lengua materna ha sido tan restringida, no debería sorprendernos tantos desaciertos en las generaciones presentes.


Hacia el mejoramiento. Por una enseñanza de la lengua materna con objetivos claros

En respuesta al título de esta argumentación, los maestros comprometidos con la lengua materna, en todos sus niveles y modalidades, debemos tener claro para qué llevamos determinado contenido al salón de clases ¿Para qué leemos un cuento? ¿Para qué solicitamos a los alumnos que memoricen un poema? ¿Para qué pedimos que aprendan las reglas de acentuación? Hacernos cada una de estas preguntas nos permitirá crear conciencia en nuestros educandos sobre la importancia de saber escribir una carta, hacer una solicitud, saber expresar claramente deseos y necesidades. Pero, también es necesario mostrar a nuestros niños y jóvenes los mundos, conocidos, desconocidos, verosímiles e inverosímiles desde la lectura de diversos materiales impresos incluyendo la obra literaria.

Campos (1987) y Sánchez (1989) realizaron propuestas que apuntaron a la formación de individuos con competencias en función de las necesidades comunicativas. Fraca de Barrera (2003), por su parte, propone un cambio de la enseñanza de la lengua materna en todas sus manifestaciones desde las etapas iniciales que incluye la preparación de niños y jóvenes en lectura, escritura y literatura. El denominador común entre los profesores investigadores antes referidos es la formación y actualización docente como eje principal. En este sentido, intento señalar la conjunción de las propuestas de los autores hacia la enseñanza integral de la lengua materna, en la que los contenidos curriculares aplicados tengan pertinencia con el contexto, con los objetivos y con los intereses de los educandos, sin dejar de lado, por supuesto, la preparación del maestro. Leer un cuento debe tener como objetivo principal crear espacios de imaginación, disfrute y esparcimiento; recitar un poema, no sólo debería ser un recurso mnemotécnico, sino un momento para jugar con las posibilidades de la lengua oral y escrita, con su ritmo, rima, entonación, etc. Para las reglas de acentuación, no sólo se debe enfatizar en su memorización, sino en su correcta aplicación, mostrando los conflictos generados al lector al aplicar una tilde inadecuadamente durante la construcción real del texto y no a través de ejercicios descontextualizados.
No obstante, creo que los maestros seguimos errando al preparar nuestras actividades de aula y el más claro indicativo de lo expuesto es la resistencia que sienten nuestros alumnos al referirse a la clase de castellano o en su defecto a la profesora. En el cuento La violación de Barbarita de Orlando González ( s/f), se narra de manera muy fresca y hasta escatológica, la postura de los estudiantes ante “la vieja de Castellano” (su profesora), quien año tras año invariablemente repite la historia de Doña Bárbara y su violación. Muchos de nosotros seguimos repitiendo los mismos contenidos ¿Acaso no ha habido avances y nuevas producciones? Convertimos un proceso tan dinámico como la lengua en situaciones estáticas y aburridas. Además de conformarnos con seguir los libros de textos al pie de la letra, pretendemos que los programas de formación docente sean recetarios que nos faciliten un proceso de aprendizaje todo medido y pesado para aplicarlo en la escuela.

En consecuencia, los maestros de lengua materna y la comunidad docente en general hemos favorecido la presencia de las inadecuaciones por las que hoy en día nos quejamos, y pienso que tal contribución ha obedecido a falta de compromiso y actualización por parte de los maestros. De manera que la reflexión sobre para qué y por qué enseñar a leer y a escribir debe estar encaminada hacia la autorevisión de nuestras prácticas en el aula, de nuestra preparación profesional y del compromiso que tenemos con la sociedad, para garantizar la supervivencia de nuestro idioma.

En conclusión, y como último punto necesario para el éxito de nuestro quehacer creo firmemente, como profesora de Castellano y Literatura, en la motivación como punto de arranque para cualquier actividad en lectura y escritura que nos propongamos realizar. Siempre serán más significativos los proyectos educativos si tenemos ganas de trabajar en ellos. Siempre será más significativa una lectura si nos sentimos en consonancia con ésta y redactar un escrito tendrá menos dificultad si sentimos compromiso ante la escritura de versiones, de la palnificacion inicial de ideas y de la edición del texto. Debemos empezar por estar realmente motivados nosotros los docentes para poder contagiar a nuestros niños y jóvenes.


Referencias bibliográficas

Campos, E. (1987). Gramática textual y enseñanza de la lengua. En: Estudios Lingüísticos y filológicos en homenaje a María Teresa Rojas. Caracas: Venezuela. Departamento de Lengua y Literatura Universidad Simón Bolívar.

Fraca de Barrera, L. (2003). Pedagogía Integradora en el aula. Teoría, Práctica y Evaluación de Estrategias de Adquisición de Competencias Cognitivas y Lingüísticas para el empleo efectivo de la lengua materna oral y escrita. Caracas: Venezuela. Los libros de El Nacional. Editorial CEC, S.A. Colección Minerva.

González, O. (s/f) La Violación de Barbarita

Nassif, R. (1958). Pedagogía General. Buenos Aires: Kapeluz
Quiroga Torrealba, L. (1987). El lenguaje en la Formación escolar del niño. En: Estudios Lingüísticos y filológicos en homenaje a María Teresa Rojas. Caracas: Venezuela. Departamento de Lengua y Literatura Universidad Simón Bolívar.

Salvador Mata, F. (1997). Dificultades de la expresión escrita. Una perspectiva didáctica. Archidona-Málaga: Aljibe

Sánchez, I. 1989). Lingüística, Gramática, pragmática. En: Estudios Lingüísticos y filológicos en homenaje a María Teresa Rojas. Caracas: Venezuela. Departamento de Lengua y Literatura Universidad Simón Bolívar.






viernes, 27 de noviembre de 2009

Resumen comentado


Universidad Pedagógica Experimental Libertador
Instituto Pedagógico de Caracas
Subprograma de Especialización en Lectura y Escritura
Curso: Fundamentos Pedagógicos de la Lectura y la Escritura
Profesora: Angélica Silva



Participante
Bolívar Jiménez, Marianny
Cohorte: 2009-III
Resumen comentado de los capítulos IV al IX


I.      Referencia:
Fraca, Lucía (2003). Pedagogía Integradora en el aula. Teoría, Práctica y Evaluación de Estrategias de  Adquisición de Competencias Cognitivas y Lingüísticas para el empleo efectivo de la lengua materna oral y escrita. Caracas, Venezuela: Los libros de El Nacional. Editorial CEC, S.A. Colección Minerva.

II.   Vocabulario especializado, conceptos y temas de interés tratados en el artículo:

1. Aprendizaje por mediación: Se refiere a los procesos de enseñanza y aprendizaje que se dan a través de la intervención de terceros (personas, instrumentos u objetos).

2. Aprendizaje significativo: Se refiere a los procesos de enseñanza y aprendizaje que se dan toman en cuenta los contextos, intereses y necesidades del educando.

3. Conocimiento previo: De acuerdo con Ausubel, se refiere a todo el conocimiento de mundo, adquirido en diferentes contextos. Este tipo de conocimiento es empleado en la adquisición de nuevos.

4. Evaluación: Es el proceso de revisión continua que permite detectar y mejorar los desaciertos cometidos durante las actividades de enseñanza y aprendizaje.


5. Algunos tipos son:

a) Coevaluación: Se refiere a la evaluación entre pares en un contexto educativo.
b) Autoevaluación: Evaluación que realiza un aprendiz en un contexto educativo.
c) Heteroevaluación: Se refiere a la evaluación que realiza el docente a sus alumnos en un contexto educativo.

III. Resumen:

La doctora Lucía Fraca, en su libro Pedagogía Integradora en el aula. Teoría, Práctica y Evaluación de Estrategias de Adquisición de Competencias Cognitivas y Lingüísticas Para el Empleo Efectivo de la Lengua Materna Oral y Escrita (2003), propone un modelo de trabajo que tiene como principal objetivo ofrecer a los docentes de Preescolar y primera etapa de Educación Básica, herramientas para producir estrategias que permitan una mejor enseñanza de la lengua materna. En los tres primeros capítulos de este trabajo se despliega un amplio contexto teórico en el que se aborda lo relativo al lenguaje, tipos de texto, carácter lingüístico, histórico y social de la lengua, entre otros aspectos. En el capítulo IV se introducen los rasgos generales de las teorías del aprendizaje de L.Vigotsky y A.D. Asubel. Éstas sustentan el modelo. El capítulo V y VI están dedicados a señalar dos contenidos teóricos de vital importancia para la comprensión de la propuesta aquí analizada, a saber: (1) las características de las estrategias integradoras, y (2) el eje pedagógico integrador. Se presentan ejemplos de la puesta en práctica de las estrategias y 32 modelos de las mismas. En el capítulo VII se expone: a) dónde y cómo fueron aplicadas las estrategias, b) los principios para iniciar la lectura en preescolar y c) la selección de textos que se deben usar en cada nivel. En el capítulo VIII se detalla: a) las características de la evaluación de las estrategias integradoras, b) cómo se debe evaluar en cada nivel y c) los indicadores para evaluar, expresados en cuadros. Finalmente, el capítulo IX la autora lo destina a la reflexión de la acción docente y la importancia de la contextualización de los textos usados en el aula.


IV. Comentario Crítico:
Mal uso del lenguaje, pocas competencias comunicativas, fallas en la redacción y en la ortografía, pobreza de vocabulario y apatía hacia la literatura, son algunos de los males presentes en todos los niveles educativos, desde los grados iniciales hasta la universidad, en la actual sociedad venezolana. También es la queja constante de padres, maestros y personas preocupadas por el maltrato de nuestra lengua materna.

Ciertamente este problema es de vieja data. En 1987 el profesor Luis Quiroga Torrealba dedicó su discurso de incorporación como Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua, a señalar una serie de dificultades relacionadas con la lengua materna. En esa misma disertación, el profesor resaltaba la importancia de la formación del maestro como punto de inicio para solventar tal problemática. Otro texto que va en dirección a la mencionada situación, es el del profesor Edito Campos (1987) quien además de resaltar los conflictos en el aula referentes al lenguaje, propone un camino para la formación de usuarios competentes de éste. Observamos entonces, que muchos estudiosos del área han abordado la problemática y también han aportado las posibles soluciones.

Veinte años después, aproximadamente, nos encontramos con el libro de la profesora Lucía Fraca, una propuesta que conlleva una orientación similar a la de los profesores arriba señalados y que a mi juicio, los supera en cierta forma, porque no se queda en la reflexión, sino que promueve la práctica o la producción de estrategias didácticas desde las etapas iniciales.
Considero que después de leer con conciencia de educador un libro como el de la profesora Lucía Fraca de Barrera, definitivamente debemos detenernos a revisar las actividades que se están ejecutando, con respecto a la enseñanza de la Lengua Materna, en nuestras instituciones educativas. No basta con recurrir a la retórica del lamento y enjuiciar a los estudiantes, quienes son los principales perjudicados, sino que debemos, como maestros comprometidos con nuestra profesión, continuar formándonos y renovar nuestra manera de abordar los contenidos de clase.
Las Estrategias Integradoras propuestas por la profesora Fraca, producto de la investigación y del día a día en el aula, sin pretender ser un manual, señalan un camino que tal vez por desconocimiento del docente o deliberado menosprecio, no ha sido tomado en cuenta. El modelo en cuestión, no requiere de inversiones inalcanzables por parte del docente o de la institución para su implementación o ejecútese como diríamos a nivel legal. Por el contrario, en el modelo se plantean estrategias que se pueden poner en práctica con recursos mínimos. Sin embargo, sí es necesaria una planificación acertada, congruente y contextualizada de éstas. No es en vano que uno de los fundamentos teóricos de la propuesta sea el aprendizaje significativo.

Otro de los aspectos que considero sumamente importante dentro de la propuesta, es el hecho de que muchas de las estrategias presentadas en el Libro son el producto del trabajo en clase, en decir, del diagnóstico de las debilidades detectadas en los niños, de la observación de sus intereses y de la planificación y aplicación de actividades acertadas. En fin, los insumos para mejorar la acción docente los ofrece el trabajo diario en el aula.

La reflexión, entonces, debería ser: si tenemos tan buenos guías, como el caso de la Profesora Lucía, limando las asperezas del camino, ofreciendo sin mezquindades el producto de grandes esfuerzos y largos años de investigación ¿Por qué cada día la situación, en cuanto a la adquisición y desarrollo de la Lengua Materna, sobre todo de orden escritural, es tan crítica en todos los niveles académicos? La respuesta a la interrogante es difícil y depende de quien apunte con el dedo al responsable. Los padres continuarán manifestando su inconformidad ante la escuela y esta última se defenderá argumentando que la familia, cada día más disfuncional, tampoco está cumpliendo con el rol que le corresponde.

En conclusión, las dificultades en torno al lenguaje están a la vista desde hace más de veinte años y con el avance de las nuevas tecnologías, las desviaciones serán mayores. Se han establecido nuevas reglas que responden a la inmediatez de las nacientes formas de comunicación. De manera que la realidad está claramente definida: la escuela no está egresando usuarios competentes de la lengua. No obstante, el sendero está iluminado y nos lo ofrece la profesora Lucía Fraca de Barrera, al colocar a nuestra disposición su experiencia, a través de su libro. Sólo tenemos que seguirlo.

Para ser maestro se debe creer


Para ser maestro se debe creer...

Creer en el poder de transformación del ser humano,
Creer en la  educación como como el camino hacia la grandeza del espíritu,
Creer en el amor como el mejor  guía,
Creer en lo que hacemos ...

Marianny Bolívar





CREDO

 
Creo en Pablo Picasso,Todopoderoso,Creador del Cielo y de la Tierra;
creo en Charlie Chaplin, hijo de las violetas y de los ratones,
que fue crucificado, muerto y sepultado por el tiempo ,
pero que cada día resucita en el corazón de los hombres,
creo en el amor y en el arte como vías hacia el disfrute de la vida perdurable,
creo en el amolador que vive de fabricar estrellas de oro con su rueda maravillosa,
creo en la cualidad aérea del ser humano,
configurada en el recuerdo de Isadora Duncan abatíendose
como una purísima paloma herida bajo el cielo del mediterráneo;
creo en las monedas de chocolate que atesoro secretamente
debajo de la almohada de mi niñez;
creo en la fábula de Orfeo, creo en el sortilegio de la música,
yo que en las horas de mi angustia ví al conjuro de la Pavana de Fauré,
salir liberada y radiante de la dulce Eurídice del infierno de mi alma,
creo en Rainer María Rilken héroe de la lucha del hombre por la belleza,
que sacrificó su vida por el acto de cortar una rosa para una mujer,
creo en las flores que brotaron del cadaver adolescente de Ofelia,
creo en el llanto silencioso de Aquiles frente al mar;
creo en un barco esbelto y distantísimo
que salió hace un siglo al encuentro de la aurora;
su capitán Lord Byron, al cinto la espada de los arcángeles,
junto a sus sienes un resplandor de estrellas,
creo en el perro de Ulises,
en el gato risueño de Alicia en el país de las maravillas,
en el loro de Robinson Crusoe,
creo en los ratoncitos que tiraron del coche de la Cenicienta,
el beralfiro el caballo de Rolando,
y en las abejas que laboran en su colmena dentro del corazón de Martín Tinajero,
creo en la amistad como el invento más bello del hombre,
creo en los poderes creadores del pueblo,
creo en la poesía y en fín,
creo en mí mismo, puesto que sé que alguien me ama..

Aquíles Nazoa